La prensa
amarilla, conocida con el nombre de prensa chicha tiene sus raíces en la cultura chicha, es decir, una prensa informal que
tiene sus propias reglas. Esta prensa toma el estilo sensacionalista y lo
fusiona con su formato informal, donde lo falso es mucho más que exagerado, en
otras palabras, desinformaban a la población. En 1998, estos tabloides
mezclaron su línea informativa con ataques dirigidos a determinados personajes,
ya sea por intereses propios o ajenos, a quienes difamaban, injuriaban, insultaban,
amenazaban, entre otros ataques con total impunidad.
Por esa razón, como menciona Carlos
Iván de Degregori, llamaremos a los “diarios menos de un sol” diarios
sensacionalistas hasta su captura por el SIN y “prensa amarilla” después de su
captura (2012: 117). Para el análisis de este trabajo esta prensa tendrá dos
denominaciones: por un lado, se usarán prensa sensacionalista, o diario o
periodismo sensacionalista durante el desarrollo de las modalidades de la
manipulación de la información. Luego, estas denominaciones serán reemplazadas
por prensa amarilla, o, diario o periodismo amarillo durante el desarrollo del
Análisis de los ataques a personajes vinculados a la política y al periodismo.
Desde 1995, la
prensa sensacionalista, por la forma como mostraba la información, captaba el
interés de la sociedad limeña, principalmente el de los sectores
socioeconómicos bajos, porque tenían un estilo informativo entretenido que
combinaba en un formato adornado de colores e imágenes sensacionalistas fotos
de vedettes semidesnudas, sucesos policiales de
los niveles C, D y E, preferentemente, farándula y deportes. Sin embargo,
en 1998, sucedieron dos hechos importantes: primero, esta prensa tenía
repercusión en la población (descrita anteriormente) y, segundo, había cambiado
su estilo sensacional por el de amarillo. Por un lado, manipulaba la
información (visual y escrita) de manera premeditada para que el lector pierda
el interés por los problemas que afectaban al país. Por otro lado, hubo ataques
a personajes públicos vinculados a la política y al periodismo, principalmente.
En el primer caso, con el propósito de afectar su popularidad en las encuestas
electorales mientras que, en el segundo, para impedir la publicación de
investigaciones periodísticas en contra del régimen fujimorista.
Este trabajo se propone demostrar que
la prensa amarilla escrita tuvo injerencia social en la población limeña
durante los años 1998 – 2000 para favorecer al régimen fujimorista. Para ello,
explicaremos y analizaremos las modalidades de manipulación que usaba la prensa
sensacionalista para desinformar; asimismo, veremos dos casos: el de Alberto
Andrade y el de Ángel Páez, para analizar las causas y explicar el modo con el
que operaba la prensa amarilla para atacar a personajes públicos vinculados a
la política y al periodismo para para servir a los intereses del fujimorismo.
En el primer capítulo, Modalidades de
la manipulación de la información, la prensa sensacionalista o amarilla se
inclinaba a informar sobre sucesos comunes como casos policiales, ligados a
hechos sociales (violencia y sexo) de los niveles C, D y E, primordialmente,
además de espectáculos y deportes. Esta información se mostraba en forma de
notas informativas sensacionalistas y muchas de ellas falsas. Esta información
escrita estaba ‘decorada’ con imágenes de exuberantes mujeres desnudas o
semidesnudas, de personas muertas masacradas y otras imágenes impactantes o
sensacionalistas enmarcadas a todo color en su primera página, principalmente,
y en el tabloide en su conjunto.
En el segundo
capítulo, Análisis de los ataques a personajes vinculados a la política y al
periodismo, los ataques fueron porque no se alineaban con el régimen
fujimorista. Por ejemplo, a Alberto Andrade, de la agrupación “Somos Perú”, lo
atacaron porque fue el contrincante principal de Alberto Fujimori en las
elecciones presidenciales del año 2000. Los diarios amarillos lo atacaban con
insultos, injurias y difamaciones, además de burlarse de su aspecto físico y
del nombre de su partido, para desacreditarlo y afectar su popularidad en las
encuestas electorales. Por otro lado, a Ángel Páez, periodista de investigación
del diario La República,
lo atacaban para impedir la publicación de sus investigaciones periodísticas
por la sospechosa adquisición de armamento militar a Bielorrusia,
principalmente, realizada por las instituciones armadas. A él, estos diarios,
también, lo atacaban con insultos, injurias, difamaciones y amenazas, para
desacreditarlo ante la opinión pública, mostrándolo como “traidor de la patria”
o “terrorista”. En ambos casos, estas modalidades eran usadas como distracción
para favorecer a los intereses del fujimorismo.
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